Sobre la última función de la obra:
Es rara la sensación de la última función. Difícil definir que sientes cuando tienes una mezcla de emociones que se mueven como un maretazo. Por un lado se acaba y por otro entender que por alguna razón las obras se hacen en su momento y en su lugar. Difícil es cerrar algo que habla de ti, de tu país, de tus relaciones, de tus emociones, de tus anhelos, de tu nido. Difícil será sacar esas telas colgadas, que yo mismo colgué, será como sacar la pelota de tu propio arco. Es rara y difícil la sensación de una obra hecha por el placer de hacerla, auspiciada monetariamente únicamente por una fiesta pro fondos. Pensar que meteré los muebles en un taxi, la utilería en una maleta y los textos en un cajón, es raro.
Yo no elegí la obra. Un día Patricio me invitó a dirigirla y acepté, acepté a dirigir mi primera obra fuera del nido seguro de la universidad. Este chibolo aceptó hacer una obra que era su primer reestreno desde su estreno hace 13 años cuando la dirigió Oscar Carrillo con actores que he pagado varias veces para ir a ver al teatro al igual que el dramaturgo Eduardo que tiene todo un prestigio en nuestras salas ¡No jodan, es un montón de presión! Yo no elegí la obra pero es como si hubiera caído pintada. Cuando nos fuimos sumergiendo en el proceso nos dimos cuenta que por una u otra razón, distintas todas, cada uno del equipo necesitaba la obra para decir algo o quizás encontrar algo o, tal vez, encontrarse. No la elegimos… conscientemente.
Es rara la sensación de la última función cuando sabes que hay tanta gente que no llegará a ver la obra. Tantos amigos escénicos que pareciera que no van al teatro, tantos amigos de la vida que solo han ido por obligación un par de veces al teatro, o esas personas que tu quisieras que la vean porque te encantaría que escuchen como gritas lo que sientes con tu montaje, con la historia que estás contando. De hecho hay un tema de negocio en toda obra, tenemos que cobrar y pagar el teatro, pero una obra de arte no se puede medir por la cantidad de gente que la vio sino por la sensación que se dejó en cada persona que la vio. Y me gusta el éxito del montaje por los buenos comentarios que hemos recibido. Este montaje, y me atrevo a decir que todos los demás, fue hecho para la gente que vio la obra y nadie más.
Poder dirigir una obra de uno de los autores peruanos más reconocidos actualmenteAdrianzen. Recibir dos poemarios de Juan De La Fuente el día del estreno. Dirigir a actores y amigos que desde el inicio fue el placer de hacer teatro lo que movióIsabel Chappell (mi gran amiga), Yazmin Andrea Londoño Moreno (toda la admiración por todo tú talento y tú gran entrega) y Patricio Villavicencio (amigo y el primer motor de todo el montaje, talentoso, que mira siempre a hurtadillas cuanta gente está entrando al teatro). Trabajar con Eliana Fry García-Pacheco y Carla Valdivia Rosello desde la producción (son espectaculares chicas). Ver a mi papá yendo tres veces a ver el montaje y llevando amigos para apoyarme. Ver a mi hermana que no suele ir al teatro conmovida después de la función, y mi mamá llevando a sus amigas en mancha a la obra. Salir a fumar antes de función y escuchar “mira él es el del programa de mano”. Y sentir que va gente, la que sea pero va, y va a ver tu chamba. Y ver a tus actores recibiendo las palmas. Se siente bien. He ganado mucho en este montaje y quiero seguir haciendo teatro y quiero seguir aprendiendo
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