domingo, 16 de septiembre de 2012

Mismo tiempo

Solo espero que la soledad nos agarre al mismo tiempo. Con la misma intensidad. En un momento inesperado que nos aturda y nos sumerja y no nos deje pensar. Solo espero que ese silencio nos coja con la misma violencia y esa sensación de vacío en el estomago la compartas conmigo. No se si estoy por ahí molestándote un poco, haciéndote falta. Lo más duro de la distancia es no saber si te extrañan o te están comenzando a olvidar. Ese es el momento que algunas canciones deberían ser quemadas, hay parques que deberían cerrarse por lo triste que son. Hay muertes silenciosas todo el tiempo. El peligro de extrañar es que se asoman odios fugaces que provocan mandarte al diablo porque lleno huecos todo el tiempo y no se con que los lleno, solo se que no deben estar vacíos. Creo que me gusta dormir porque no pienso, y lo que pienso lo olvido. Solo espero que la soledad te encuentre al igual que a mí y te mande a la mierda como a mí. Quiero que un día me mires y te des cuenta que te olvidaste de extrañarme. Pero, si acaso me extrañas, espero nunca te enteres que te estoy extrañando.

domingo, 15 de julio de 2012

El último silencio


Desde siempre ha existido un miedo al vacío. El vacío es un encontrarse con uno mismo porque es ahí donde radican todas nuestras preguntas existenciales ¿Para qué vivimos? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Son preguntas que están impulsadas para encontrar un significado de la vida y sobre todo inducidas por el miedo a la muerte, a lo desconocido después de la vida.
Al querer encontrar respuestas aparecen las religiones como medio para encontrar significado a la vida y para todo lo que venga después. Las religiones te permiten creer en una divinidad que le da sentido a la existencia de tu vida acá y que será recompensada o castigada posterior a esta. Otra forma de encontrar sentido a la vida es por medio de los sueños, de los anhelos que uno tenga y que busca a lo largo de su vida, esa meta es lo que da sentido a toda su lucha por alcanzarlos, es decir a su vida. O el hecho de tener una familia y el querer que tengan una buena vida hace que tu vida tome un sentido porque nuevamente hay algo externo que conseguir.
Pero ahora somos una civilización que ya no se pregunta por las preguntas existenciales porque su temor al vacío se ve ocultado por todos los estímulos externos. El miedo al vacío siempre ha existido y siempre se a huido de él y hoy existen muchos medios para no enfrentarlo. Desde el hecho que hay un terrible miedo al silencio, al aburrimiento, al no saber que hacer que hacer que aparatos y las necesidades que nos crean toman como elementos esenciales para la vida. El tener que llegar a tu casa y prender la computadora abrir varias ventanas, poner música y hablar con muchas personas a la vez. El estar en un micro y tener que ponerse lo audífonos. Que los programas de televisión no te hagan pensar mucho y sean de una digestión intelectual rápida. Todo lo que sea chisme se venda rápido y en gran cantidad. Que el éxito del artista este representado por su fama y no por su calidad, es más hacerte “artista” por un escándalo que por un trabajo de años. La necesidad de que todo sea inmediato la información, las fotos, los blackberry. El miedo a relacionarse con las personas, el facebook te permite tener 800 amigos pero conocer realmente personas por este medio puede lograrse pero resulta complicado porque no existe ningún medio de conexión que supere a la relación cara a cara. No es de extrañarse que en una reunión para conversar muchas de las personas estén tan pendientes de la conversación con la otra persona como la de su Smartphone. El éxito que nos vende que toda persona tiene que conseguir dinero para ser alguien. La tontería de la felicidad prefabricada. Que todo esté diseñado para el entretenimiento sea como sea, no está mal entretenerse el problema está cuando el entretenimiento se convierte en el fin último.
Ya no nos preguntamos porque vivimos. Porque hacemos lo que hacemos, que siempre tiene que ser feliz, pero no una felicidad prefabricada, sino una verdadera felicidad que llene huecos interiores y nos haga plenos con un vida llena de significados.
Sería bueno apagar los celulares, y escuchar el silencio, escuchar el vacío, por lo menos de vez en cuando.